jueves, 3 de mayo de 2012

Leche natural, ¿cómo saber si tiene suficiente?



La mejor manera de saber si un bebé está bien alimentado es observar su aspecto y su comportamiento.

Una de las principales inquietudes de las madres pasa por saber si sus hijos están recibiendo todo el alimento que necesitan. Esta duda, que también surge con la lactancia artificial, es especialmente intensa cuando se cría al bebé con el pecho, ya que no se puede controlar lo que toma cada vez. De hecho, la posibilidad de medir la cantidad de leche es una de las ventajas que las madres angustiadas ven en los biberones. 

La preocupación es también mayor con el primer hijo y especialmente en las primeras semanas, cuando la madre siente la natural inseguridad para saber reconocer los signos de satisfacción del hijo y éstos no son tan evidentes. En realidad, más que el peso o cualquier número, lo que mejor informa de su salud es el aspecto del bebé y su comportamiento. 

Al margen del peso, no hay motivo para pensar que un bebé está siendo alimentado de manera insuficiente si:
  • tiene buen color.
  • reacciona normalmente a los estímulos.
  • está contento o tranquilo (sin estar adormilado) la mayor parte del tiempo.
  • aguanta al menos dos horas entre toma y toma.
  • moja entre cuatro y seis pañales al día con una orina clara e inodora (y no se le está dando agua).

miércoles, 2 de mayo de 2012

Los sentidos de los bebés



Aunque los bebes dependan completamente de su madre, sus cinco sentidos ya están preparados para recibir la información que  lo rodea de forma que, al final, pueda arreglárselas solo. Su cerebro está ocupado creando vínculos cruciales entre las células nerviosas y demás. Cada mes, todo lo que ve, oye, siente, prueba o huele cobra sentido y crea una nueva red de células.

La vista
Los recién nacidos  ven más de lo que en principio imaginamos. Incluso en el útero, el bebe distingue entre la luz y la oscuridad. Al nacer, ve a una distancia de 20-25 cm, lo que lo ayuda a reconocer la cara de la madre cuando lo tiene entre sus brazos. Es probable que pueda diferenciar un objeto a 6m de distancia. Contempla mejor los objetos si están en contraste, es decir, en blanco y negro, pero también es capaz de distinguir colores primarios, aunque las células de color aun no se desarrollan del todo hasta los dos meses. Su interés por el rostro humano es evidente. Algunos estudios han demostrado que los bebés sienten más interés por un retrato que por cualquier otro dibujo y además prefieren los rostros sonrientes.
Los ojos de un bebé son más grandes en relación con su cuerpo que en el caso de un adulto; sus pupilas también son más grandes, lo cual capta la atención de las personas y hace que éstas quieran mimarlo. La influencia más directa del color de los ojos es la herencia, aunque los niños de ojos verdes o marrones pueden haber nacido con ojos azules. Esto se debe a que la exposición a la luz estimula el pigmento, que tarda seis meses en desarrollarse.

El oído
Las investigaciones demuestran que el oído interno es el único órgano sensorial que se desarrolla completamente antes del parto, de modo que alcanza su tamaño adulto durante el embarazo. Al nacer, el bebé comienza a escuchar ruidos y llora. Su oído es preciso y puede reconocer la voz de su madre, al igual que la música o los sonidos que percibió desde el útero. Muestra más interés por el habla humana que por otros sonidos y se inclina por las voces estridentes.

El tacto
El bebé es sensible al tacto poco después de la concepción. A las treinta y dos semanas de embarazo, todas las partes corporales responden a la estimulación táctil. Con unos cincuenta receptores táctiles por centímetro cuadrado (alrededor de cinco millones en total) y con más de cien tipos de receptores diferentes, un bebé responde a la presión, dolor, vibración y cambios de temperatura.

El gusto
En el útero, un feto ingiere líquido amniótico, que contiene rastros de la dieta de la madre. Un bebé tiene alrededor de 10.000 papilas gustativas (muchas más que un adulto), y éstas no sólo aparecen en la lengua, sino también en los costados de la boca y en el paladar. Por último, estas papilas gustativas desaparecen. Un bebé es capaz de distinguir sabores desde una edad muy temprana, aunque prefiere el dulce.

El olfato
Es difícil conocer la sensibilidad de un recién nacido a los olores. Sin embargo, estudios efectuados sobre bebés de dos días de edad demuestran que reaccionan a ciertos olores, como al ajo y al vinagre. Otros estudios, basados en bebés de cinco días de edad, demuestran como los bebés buscan una almohadilla empapada en leche materna y,  a los diez días, prefieren el aroma de la leche de su madre. Esto demuestra como el bebé humano se protege del hambre. Incluso en la oscuridad, es capaz de buscar su fuente de alimentos. La velocidad con la que un recién nacido aprende a distinguir los aromas maternos es sorprendente. Algunos estudios demuestran que, cuarenta y cinco horas después del parto, un bebé conoce el olor de su madre.

Fuente: Desmond Morris

Diez trucos para conservar la leche materna


La elección del recipiente, la manera de transportarla o el modo de descongelar la leche influyen en su calidad y sus propiedades
¿Qué es mejor para congelar la leche, una bolsa o un biberón? Y a la hora de descongelarla... ¿por qué no conviene hacerlo en el microondas? ¿Cuánto puede durar congelada? ¿Y a temperatura ambiente? Diez consejos muy simples responden a estas cuestiones y ayudan a mantener las propiedades nutritivas.

Conservación de la leche
  • Recipientes. Las bolsas especiales de un solo uso facilitan su transporte y conservación. Asimismo, la leche materna también puede guardarse en biberones. Eso sí, es preferible no hacerlo en frascos de vidrio, porque la leche contiene células vivas que tienen tendencia a adherirse en las paredes de ese material.
  • Cantidades. Si se emplean bolsas, es mejor no llenarlas más de tres cuartas partes, para evitar su derramamiento accidental y para que no se rompan al aumentar el volumen de la leche al congelarla.
  • Mantenimiento. La leche materna recién obtenida puede mantenerse de 10 a 12 horas a una temperatura ambiente de entre 19°C y 22°C, pero si no se va a consumir en la primera hora, es mejor guardarla en la nevera.
  • Higiene. Siempre que se actúe con una limpieza escrupulosa, puede conservarse sin congelar durante un día o dos en un frigorífico normal. Si se va a congelar, deben extremarse las medidas de higiene, guardándola en recipientes estériles de plástico o bolsas especiales herméticamente cerradas.
  • Transporte. Para transportarla, conviene hacerlo en una nevera portátil o en una bolsa isotérmica con paquetes de hielo o acumuladores de frío (imprescindible en el supuesto de que el transporte hubiera de durar más de 10 horas).
  • Caducidad. La leche puede conservarse entre dos semanas y seis meses, según la temperatura a que se congele. En el envase se hará constar siempre la fecha de preparación.
Preparación del biberón
  • La leche debe descongelarse dentro de la nevera y no a temperatura ambiente. Si hay prisa, se puede calentar bajo un grifo de agua no muy caliente.
  • Una vez descongelada, aún puede mantenerse 24 horas en la nevera, pero ya no puede volver a congelarse.
  • Al descongelarse, la leche se cuartea en capas y la grasa se acumula en la parte superior; por tanto, hay que agitarla muy suavemente, hasta conseguir una mezcla homogénea.
  • Para calentarla, se puede hacer al baño maría, introduciendo el recipiente que la contiene en otro mayor lleno de agua caliente o poniéndola bajo el grifo del agua. No conviene utilizar el microondas, porque destruye células con propiedades defensivas y no reparte uniformemente el calor, con lo que el bebé podría quemarse.
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