jueves, 10 de mayo de 2012

¿Cuánto deben durar las tomas?



Un recién nacido no necesita más de 10 o 15 minutos, aunque lo ideal es permitir que las tomas duren hasta que el bebé lo decida

Muchos bebés mayorcitos vacían el 90% del pecho en los primeros 5 o 10 minutos de la toma y saben mamar con extraordinaria eficacia, de modo que una toma breve no tiene por qué ser insuficiente. Sin embargo, los recién nacidos apenas están aprendiendo a mamar y pueden necesitar 15 minutos para obtener todo lo que necesitan. Por otro lado, también hay madres a quienes les sube la leche más lentamente porque tienen un reflejo de eyección perezoso.
¿Y entonces? Lo ideal es permitir que las tomas duren hasta que el niño lo decida, soltándose o quedándose dormido y relajado. Hay tres razones fundamentales para ello:
  1. Cuanto más completamente se vacíe el pecho, mejor se mantendrá la producción de leche.
  2. El niño ha de poder satisfacer no sólo su apetito, sino también su necesidad de chupar.
  3. La composición de la leche va cambiando a lo largo de la toma, de modo que mientras al principio es más aguada (induciendo a pensar erróneamente que es de baja calidad) y contiene más azúcares, progresivamente se va volviendo más cremosa y rica en grasa y calorías. Suspender la toma antes de tiempo es privar al bebé de esa leche, que es la que más le sacia.
Contra esta actitud, se halla el temor a que una toma excesivamente larga lesione el pezón; sin embargo, lo que suele suceder es que las tomas se alargan cuando el niño está mal cogido y no es capaz de saciar su apetito, y no es la duración sino la mala técnica lo que, efectivamente, acaba por lesionarlo, tanto más cuanto más se prolongue una fricción que no debiera existir.

Las tomas se alargan cuando el niño está mal cogido
Realmente, si mama bien, un recién nacido no necesita más de 10 o 15 minutos durante la primera semana y luego tampoco es normal pasar de 20 minutos o, como máximo, de media hora. Pero si eso sucede, lo que hay que hacer no es limitar la duración de la toma, sino mejorar la postura y procurar que se agarre mejor.

Conviene tener presente que:
  • Los primeros días, hasta que el bebé recupere el peso de nacimiento y se sepa con certeza que tiene energía para reclamar su alimento, no se deben dejar pasar más de tres horas (contando siempre desde el comienzo de la toma), ni de día ni de noche, sin ofrecérselo.
  • Mamar menos de seis veces al día durante la primera semana no suele ser un signo de satisfacción sino de debilidad.
  • De noche únicamente hay que despertarle durante ese mismo periodo de tiempo, antes del cual sólo hay que darle si lo reclama.
  • Darles cuando piden no significa darles en cuanto lloren. Ni el pecho ni el biberón deben utilizarse como un chupete. Si se calman con medio minuto de pecho o con cuatro gotas de biberón, es probable que sólo necesitasen compañía.
  • El hecho de que la leche materna se digiera mejor y más rápidamente explica que los niños alimentados al pecho suelan pedir más a menudo que los que reciben lactancia artificial.
  • Las tomas excesivamente frecuentes en un bebé criado al pecho que por lo demás parece ir bien, pueden ser debidas a que no se coge adecuadamente o no se le deja mamar todo el tiempo que necesita para ingerir la leche del final de la toma, más rica en grasas y que, por tanto, saciaría durante más tiempo su apetito.
  • La flexibilidad es aplicable a ambas partes y la adaptación debe ser mutua, de modo que si a la madre le conviene adelantar una toma por el motivo que sea, puede despertar al bebé y ofrecérsela antes de lo previsto.
  • Durante el día es mejor no dejar pasar más de cuatro horas sin darles de comer, para que luego no suceda que pidan más de noche que de día.
Fuente: www.consumer.es

martes, 8 de mayo de 2012

El horario de las tomas



En la lactancia, sea natural o artificial, es más importante el apetito del bebé que las agujas del reloj
A la hora de amamantar, hay que olvidarse de la hora. Parece un juego de palabras, pero, en realidad, es un consejo valioso. Ni el pecho ni el biberón deben tener horario, o al menos lo prioritario no ha de ser el reloj, sino el apetito y las necesidades del bebé, que varían en cada niño y de un día a otro, dependiendo de su naturaleza, de su peso y de su edad. En función de esas variables, precisarán satisfacer su apetito con frecuencia distinta según la cantidad que encuentren en cada toma y según sigan lactancia materna o artificial.

Una frecuencia que varía

En este sentido, no hay que confundir lo normal con lo frecuente. Pasados los primeros días, la mayoría de bebés piden aproximadamente cada tres horas, día y noche, y a partir del mes van espaciando las tomas, especialmente la nocturna, que llega a saltarse alrededor del segundo mes. Pero lo normal no es darles cada tres horas ni cada tres y media, sino cuando tengan hambre, porque un niño, por su peso o por su constitución, o porque necesite mucho más alimento para recuperarse de una carencia previa, puede necesitar comer mucho más y con más frecuencia que otro.
Desde luego, si durante los primeros días de vida o en cualquier otro momento encuentra menos leche de la que desearía, la forma de compensarlo es aumentar la frecuencia, con lo que además, indica así a la madre que debe producir más leche o preparar un biberón más grande. A la inversa, un niño que encuentra leche abundante desde el principio y cuyo estómago es capaz de admitirla en grandes cantidades, puede espaciar las tomas mucho más pronto. 

Al principio, y muy especialmente con lactancia materna, no debe hacerse el menor intento de adaptar el bebé a un horario. Con el paso del tiempo, las tomas siempre se van espaciando, pero además es posible entretenerle para que se vayan haciendo más regulares y acomodarle a un horario, que en todo caso, será flexible. El horario rígido es incompatible con la lactancia materna, pero aun con biberón, nunca se debe hacer esperar a un bebé que llora de hambre. 

Nunca se debe hacer esperar a un bebé que llora de hambre
De todas formas, con lactancia artificial el planteamiento es distinto, porque con una oferta inmediata de leche ilimitada es fácil aumentar el volumen de biberón para tratar de disminuir la frecuencia de tomas. La práctica más habitual es ofrecerles, de los diez a los treinta días, 90 mililitros de leche cada 3 horas, aumentando luego a 120 ml cada 3 horas o a 150 ml cada 4 horas, según la tolerancia y preferencia de cada bebé. Y a partir de ahí, cuando se acaban completamente todos los biberones y no aguantan el tiempo deseado, no hay inconveniente en prepararles biberones mayores. 



lunes, 7 de mayo de 2012

La gestación


La mayoría de los mamíferos suelen dar a luz una camada, pero la madre humana, en general, sólo gesta a un bebé. Sin embargo, si su vida reproductora continúa, podrá gestar a un segundo mientras el primero aún es joven y vulnerable. De este modo, puede producir “una camada” de criaturas de edades diferentes que exijan toda su atención. Aunque los partos múltiples no son habituales, la madre suele cuidar a varios hijos a la vez.

El periodo de gestación
Es sabido que, en el caso de los seres humanos, el periodo entre la concepción y el parto es de nueve meses. La duración de la gestación varía considerablemente de una mujer a otra, y un bebé sano y saludable puede nacer entre los 240 y los 293 días (34 y 42 semanas) posteriores a la fecundación del óvulo. Si nace antes de los 240 días de embarazo, el bebé se considerará “prematuro”;y si lo hace después de los 293 días, será “pasado a término”. Lo más concepción, o, para aquellos que intenten adivinar el día del feliz acontecimiento, 280 días (40 semanas) después del último periodo menstrual.

Variaciones
Una de las rarezas del periodo de gestación estriba en que los fetos femeninos parecen más reacios a abandonar el útero materno que los fetos masculinos. Por término medio, las niñas están un día más en el útero que los niños.

También existen diferencias raciales. En general, los bebés de raza blanca pasan cinco días más en el interior del útero materno que los de raza negra, mientras que los indios están seis días más que los de raza blanca. Hay quien ha apuntado que estas diferencias geográficas están relacionadas con el tamaño de los bebés o la holgura de las madres, pero no se ha podido demostrar. Las variaciones son puramente raciales, pero nadie sabe el porqué.

Condiciones óptimas
El mejor momento para que un bebé supere la gestación se produce cuando la madre tiene veintidós años. Ésta se conoce como  “la edad de la fecundidad”, en la que las posibilidades de muerte fetal son mínimas, un doce por mil. Entre los dieciocho y los treinta años, apenas hay riesgo de partos problemáticos. Las madres más mayores sí se exponen a más peligros, pero incluso a los cuarenta y cinco años, el índice de muertes fetales es de un 47 por mil. Algunas mujeres han intentado dar a luz a los cincuenta, aunque esto es poco habitual, ya que es la edad típica de la menopausia.

Fuente: Desmond Morris

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