martes, 12 de junio de 2012

Niños con miedo al agua: cinco consejos para superarlo



Para que los pequeños pierdan el temor al agua, se les debe ayudar a adaptarse de forma progresiva, no obligarles nunca y hacer del baño una experiencia divertida
La piscina y la playa son los lugares favoritos de los niños durante la época estival. El principal motivo de esa preferencia es su elemento en común: el agua. Sin embargo, algunos pequeños rechazan por completo el medio acuático e intentan evitarlo a toda costa por el temor que les causa. Para conseguir que pierdan este miedo, pero que mantengan el respeto que el mar o la piscina se merecen, entre otros aspectos, hay que ayudarles a adaptarse al agua de forma progresiva, no obligarles nunca y hacer del baño una experiencia divertida.

Cinco consejos para vencer el miedo al agua

  1. Proporcionarles seguridad: para vencer el miedo, es necesario que el niño se sienta seguro en el entorno acuático. Por eso, sus primeros contactos deben realizarse siempre en compañía de un adulto que le proteja y evite que el niño se lleve algún susto, que solo incrementará su miedo.
  2. Adaptación progresiva: el contacto con el agua, tanto del mar como de la piscina, debe realizarse en pequeños pasos. En vez de meter de golpe al pequeño en el agua, es mejor jugar con él un rato en la orilla, o sentado en el bordillo, para que note las primeras sensaciones.
  3. No obligarle: forzarle a bañarse o castigarle y reprenderle por no querer hacerlo tan solo servirá para aumentar la hostilidad del niño hacia el medio acuático. Se debe tener paciencia, no acelerar la inmersión y dejar que él mismo establezca su ritmo.
  4. Prestarle ayuda instrumental: flotadores, manguitos, burbujas o churros son algunos de los instrumentos acuáticos que se pueden proporcionar al niño para incrementar su seguridad en el agua. Es preciso mostrarles poco a poco, nunca de golpe, que gracias a estos objetos pueden mantenerse a flote. Siempre hay que comprobar que sean seguros y que estén adaptados a la edad del pequeño.
  5. El agua como juego: a través del juego se puede conseguir que los niños pierdan el temor al agua y que, en vez de percibirla como un elemento peligroso, la consideren como un medio divertido. En la playa se pueden inventar numerosos juegos en la orilla que le ayudarán a adaptarse poco a poco y, en la piscina, se puede optar por jugar con algunos objetos en los escalones, en la piscina infantil o en el bordillo, si no hubiera esta opción.

Las causas del miedo al agua

La mayoría de los niños se sienten muy atraídos por el medio acuático y disfrutan y se divierten con los numerosos juegos y actividades que se pueden desarrollar en él. Pero en algunos casos, lejos de atracción, el agua causa miedo y rechazo en los pequeños, una circunstancia que puede representar un problema a medio plazo, puesto que les impedirá aprender a nadar e incrementará de ese modo los riesgos y peligros que implica no saber desenvolverse de forma adecuada en el medio acuático.
¿Por qué tienen miedo estos niños? Según el informe 'El miedo al agua: estrategias y recursos metodológicos para superarlo', elaborado por el equipo del Laboratorio de Psicología del Deporte de la Universidad de León, el rechazo al agua responde a los mismos tipos de miedo que ante el aprendizaje de cualquier habilidad. En algunos casos, es miedo por inseguridad física, porque el niño anticipa mentalmente el daño que puede sufrir; en otros, el temor surge ante amenazas psicológicas que pueden provenir de los propios temores que los adultos proyectan en los niños, de alguna experiencia negativa en el agua o de un práctica pedagógica inadecuada cuando se inicia el aprendizaje de la natación.

Disfrutar del agua desde que son bebés

Si el niño disfruta del agua y del momento del baño desde que es un bebé, es mucho más fácil que cuando llegue la época estival se acostumbre con facilidad al medio acuático. Para conseguir hacer del baño un momento único y agradable, es preciso mantener diferentes pautas:
  • Evitar las temperaturas muy altas o muy bajas en el agua, que puedan asustarles y provocar su llanto.
  • Procurar llenar la bañera a un nivel de agua adecuado a cada edad, de modo que el bebé se sienta seguro en todo momento.
  • Prescindir de los chorros de agua directos sobre el niño, que puedan asustarle o inquietarle. Es mejor enjuagar de forma suave con una esponja o con un pequeño balde o cubo.
  • Hacer del baño un momento divertido. Cuando son pequeños, ayuda cantarles o ponerles música y jugar con ellos. Cuando son capaces de mantenerse solos en la bañera, es aconsejable permitirles que jueguen con pequeños juguetes de agua.
  • Siempre con la presencia del adulto, animarles a "bucear" en la bañera con poca agua. Si se permite que sumerjan la cabeza, se acostumbran al contacto del agua en el rostro y se inician en la respiración acuática.

domingo, 10 de junio de 2012

La autoestima en los niños pequeños: cómo fomentarla




Recibir cariño y afecto desde recién nacido hace que un niño se sienta querido y tenga una buena autoestimaLa autoestima de los pequeños depende en gran parte de las relaciones afectivas, sobre todo, con sus padres. Ellos deben estar atentos de su confianza y de su propio respeto para que, según crezcan y se desarrollen, se acepten a sí mismos. Baja autoestima, temor a ser abandonado o problemas de aprendizaje en la etapa escolar son los riesgos que corre un niño que no se siente valorado. Este artículo explica por qué es importante buscar el equilibrio y cómo identificar la baja autoestima en los niños. Además, ofrece diez consejos prácticos para fomentar la autoestima de los hijos. 

La autoestima: buscar el equilibrio

Desde la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría, AEPED, afirman que los niños que tienen una gran autoestima, además de sentirse bien consigo mismos, aprenden a discernir qué cosas hacen bien y cuáles mal. Los expertos también aseguran que una buena autoestima queda reflejada en la manera o la capacidad que tienen los pequeños para comunicarse con los demás, para participar en actividades, afrontar retos, ser autosuficientes, creativos, alegrarse de sus logros, tener empatía y ser asertivos (esto es, la capacidad de autoafirmar los propios derechos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, sin dejarse manipular ni atentar contra los demás). También son más responsables.

Un niño con una buena autoestima será capaz de experimentar confianza, ánimo e interés en aprender y realizar sus sueños. Pero para ello es necesario ayudarlo desde el principio. Los expertos apuntan que el cariño y afecto del recién nacido con sus progenitores son un buen punto de partida: el bebé necesita sentirse querido y abrazado.

La autoestima de los pequeños depende en gran parte de la relación con los adultos más importantes en su vida, que suelen ser los padres. Ellos deben estar atentos de su confianza y estimular su propio respeto para que, según crezcan y se desarrollen, se quieran y acepten a ellos mismos. El niño que en su más tierna infancia siente que no es valorado puede desarrollar temor a ser abandonado.

Niños con baja autoestima: cómo identificarla a tiempo

Cuando un niño se siente bien consigo mismo, está más motivado para aprender. Y de la misma manera, el que recibe reconocimiento desde la escuela y desde casa, ve reforzada su autoestima. Durante las distintas etapas del desarrollo infantil es habitual, y entra dentro de los márgenes establecidos, que la conducta sufra variaciones. No obstante, hay comportamientos que se cronifican.
Algunas señales pueden indicar al adulto que el pequeño sufre baja autoestima. Estas son:
  • cuando no quiere participar en actividades deportivas, intelectuales o sociales por miedo a no estar a la altura.
  • cuando engaña y culpa a los demás.
  • si no confía en él mismo.
  • si presenta conductas agresivas o demasiado tímidas.
  • si se siente frustrado frente a cualquier situación.
  • cuando lo que piensan los demás rige siempre su toma de decisiones.
Por otro lado, un cúmulo de fracasos puede tener como resultado una baja autoestima. Desde la "American Academy of Childs and Adolescent Psyshiatry", AACAP, los especialistas afirman que cuando un niño se esfuerza en aprender y los resultados no son los esperados y no se ve protegido por su entorno, se frustra cada vez más y puede manifestar otros problemas emocionales, además de baja autoestima. De hecho, algunos problemas de aprendizaje quedan enmascarados por problemas de conducta: los niños prefieren jugar el papel de "malos" antes de que sus compañeros vean sus limitaciones "intelectuales".

Diez consejos para fomentar la autoestima de nuestros hijos
Para expertos como Laia Margarit, psicoterapeuta infantil del centro de psicología Nuval, de Sant Celoni (Barcelona), hay unas claves que ayudan a los adultos a fomentar la autoestima de los niños:
  • Aceptarlo y respetarlo como es, porque solo así aprenderá a aceptarse y respetarse.
  • Transmitirle que es una persona única e irremplazable.
  • Crear un clima que permita la comunicación y que se sienta escuchado. Huir, a su vez, de buscar momentos solemnes para hablar.
  • La serenidad, el afecto y la estabilidad de los adultos permiten establecer una situación de seguridad.
  • Ofrecerle y fomentar su autonomía e independencia para que gane seguridad en sí mismo, y no busque de forma constante la reprobación del adulto.
  • No sobreprotegerlo; hay peligro de anularlo como persona.
  • Enseñarle a marcarse objetivos asumibles. El adulto también debe pedírselos según sus capacidades, que no sean desmesurados. Es importante motivarlo a que tome decisiones, asuma riesgos y se responsabilice de ellos. No privarle de cometer errores.
  • No fijarnos solo en aquello que no nos gusta o el pequeño hace mal. Hay que utilizar el refuerzo positivo: dar importancia a aquello que hace bien.
  • No hacer juicios de tipo despreciativo ("eres tonto"), ni tampoco generalizaciones ("siempre lo haces mal"). Las aprobaciones y críticas deben ir dirigidas a su conducta y comportamiento, nunca a su persona. Es más importante, y más útil, que comprendan las consecuencias de lo que han hecho, que imponer un gran castigo, que no es más que una reacción de impotencia del adulto.
  • Poner límites claros y mantenerlos, de manera firme pero siempre con actitud serena, no excesivamente autoritaria.


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