jueves, 19 de abril de 2012

Falsos mitos sobre el cuidado de los recién nacidos

Hay consejos sobre los cuidados del bebé que han pasado de generación en generación pero que en realidad no tienen ninguna base. Te presentamos algunos de ellos
No hay nada más frágil e indefenso que un bebé recién nacido. Por eso, cuando se es madre, y sobre todo primeriza, se tiende a poner en práctica todos los consejos e ideas que nos dan los que nos rodean, tanto si vienen de familiares como de amigas que ya han pasado por la experiencia.
Lo cierto es que hay muchos mitos sobre el cuidado de los recién nacidos. Mensajes como que los niños no ven al nacer o que no deben salir de casa hasta tener al menos unas tres semanas de vida hay que darlos por totalmente falsos. ¡No todo es cierto! En este artículo os damos 5 de los grandes mitos sobre el cuidado del bebé.
¿Se debe esterilizar el chupete cada vez que se le caiga?
Aunque la higiene es muy importante, es una exageración esterilizar las cosas del bebé cada vez que se caen. Al igual que los adultos, los bebés también tienen un sistema inmunológico que le protege de la mayoría de las bacterias. Además, hay que tener en cuenta que por más que esterilicemos los biberones, los chupetes y las tetinas, algo que no esterilizamos nunca son sus manos; y es en ella donde se acumulan gran parte de las bacterias. Si se tratase de un bebé prematuro, sí que habría que habría que tomar medidas extremas de higiene.
El bebé tiene que expulsar los gases después de comer
Olvídate de la idea de que hay que darle golpecitos durante horas hasta que eructen: es suficiente con frotarle la espalda durante unos dos minutos. Si no eructa, es que no lo necesita. Además, hay que saber que los bebés que toman biberón tienen más gases que los que se alimentan con pecho, ya que con el biberón suelen tragar aire.
Necesita un riguroso horario de sueño
Una cosa es que sea necesaria una rutina de sueño más o menos regular, y otra que tengamos que cumplirla siempre al extremo. Cada bebé es un mundo y, por lo tanto, tienen diferentes rutinas de sueño. No todos duermen lo mismo, de la misma manera y siguiendo las mismas pautas. Con que se sigan unos horarios con sentido común y sin agobios será más que suficiente.
¿Hay que ir todos los meses al pediatra?
Cada comunidad autónoma tiene un calendario de revisiones del recién nacido, que suelen coincidir con las fechas de vacunas y que son más seguidas durante sus primeros dos meses de vida y se espacian según crece el bebé. Si tu niño come bien, coge peso, duerme bien y no le ocurre nada, no es necesario que le lleves al pediatra.
Si tiene fiebre es que está creciendo
Hay que tener mucho cuidado con esta afirmación. La fiebre es un signo de infección o de enfermedad así que si observas que el bebé está caliente, y al ponerle el termómetro compruebas que tiene fiebre, llévale al pediatra cuanto antes.
Fuente: www.abc.es

miércoles, 18 de abril de 2012

El ombligo del bebé, ombligo del mundo



Es fundamental prestar mucha atención a los restos del cordón umbilical, aprender a higienizar la zona y saber detectar si hay algo anormal
Cuando se corta el cordón umbilical, queda un muñón que se ennegrece y se va secando hasta desprenderse a las dos o tres semanas. Para que durante este proceso no se infecte, lo más importante no es curarlo de una forma u otra, sino mantenerlo siempre lo más limpio y seco posible, impidiendo que se ensucie con las heces o la orina. Para ello:
  • Hay que procurar que el pañal no lo cubra, doblando su borde superior hacia abajo si es preciso.
  • Al menos dos veces cada día, una de ellas tras el baño, se recomienda curarlo con alcohol de 70º. Para aplicarlo correctamente, hay que levantar el muñón sin estirar, cogiéndolo por la punta para que quede expuesta la zona de transición entre el cordón y la piel normal, que es la que se debe mojar con alcohol. Eso sí, dejar empapada la gasa con que se le protege con alcohol puede ser irritante para la piel.
  • Bastantes especialistas prefieren que durante los primeros días, después del alcohol (o en su lugar) se aplique un antiséptico como la clorhexidina ("mercromina blanca"), aunque también los hay que recomiendan no poner nada.
  • Hay acuerdo unánime en que se han de evitar los productos con yodo, porque su absorción podría influir en la función del tiroides, así como cualquier talco o polvo.
  • La mercromina normal (o mercurocromo) tampoco se usa, porque puede hacer que de mayores tengan dermatitis de contacto por alergia al mercurio y, además, su color dificulta la valoración del estado del ombligo.
  • Si accidentalmente se ensucia con las heces, debe lavarse sin miedo con agua y jabón, secándolo luego muy escrupulosamente y aplicando el alcohol o el antiséptico que haya indicado el pediatra.
Aunque poco frecuentes, las infecciones del ombligo pueden diseminarse muy rápidamente en el recién nacido. Por esta razón, hay que consultar con rapidez si se observa pus o secreciones amarillentas y malolientes, o si la piel de alrededor del ombligo se enrojece y parece doler al tocarla o manipular en la zona.
Los restos del cordón se desprenden durante la segunda semana de vida, pero también pueden hacerlo antes o tardar hasta un mes. No hay un momento exacto. De todos modos, si a los 20 días no se ha caído, es mejor que lo vea el pediatra. En ningún caso se debe estirar para acabar de desprenderlo, por más fino que sea el hilo a que haya quedado reducido, pues se podría ocasionar una peligrosa hemorragia. Es posible que sangre un poco al desprenderse de forma natural, pero en ese caso, la hemorragia se detiene por sí sola inmediatamente.
Tras la caída del cordón, el riesgo de infección persiste hasta que el ombligo no haya cicatrizado completamente, por lo que se debe seguir con los mismos cuidados y vigilancia hasta que la gasa que lo cubre aparezca limpia durante un par de días seguidos. Esto es especialmente importante en los llamados "ombligos amnióticos", en los que la piel no sobresale sino que quedan hundidos, porque eso hace que estén menos ventilados y sea además más difícil valorar su estado.
Cuando ya ha cicatrizado, el ombligo puede y debe lavarse con total normalidad; si se acumula suciedad en sus repliegues, se han de separar sin miedo para poder limpiarlos y secarlos bien.

Hernias y tipos de ombligo

Independientemente de que se les haya fajado o no, algunos bebés presentan hernias umbilicales; afortunadamente, las más pequeñas y corrientes no causan molestias, no se estrangulan y prácticamente siempre se cierran por sí solas a los 3 ó 4 años.
Hay ombligos con mucha piel ("cutáneos") y otros que quedan por debajo del nivel del abdomen ("amnióticos"), pero que se acerquen a uno u otro extremo no depende de dónde se haya cortado al nacer, ni de dónde se haya puesto la pinza, sino de la naturaleza.
Es inútil poner monedas para intentar aplanar el ombligo y las fajas sólo tienen sentido durante los primeros días, cuando pueden ayudar a mantener en su sitio la pinza y la gasa; pero luego no pueden causar más que molestias y no sirven ni para reducir el tamaño del ombligo ni para evitar que se hernie.

Se debe acudir al pediatra si...

  • a las 3 semanas aún no se ha desprendido el cordón umbilical
  • cuatro días después de caer sigue manchando la gasa
  • se observan secreciones amarillentas o malolientes
  • la piel que rodea el ombligo se enrojece y parece doler
  • sangra de modo continuo

lunes, 16 de abril de 2012

Enfermedad por reflujo: síntomas y tratamiento


Cuando las regurgitaciones de leche son demasiado frecuentes, es preciso comprobar que el bebé no padezca esta dolencia
Las regurgitaciones de leche son normales y frecuentes en los bebés. Sin embargo, cuando son excesivas pueden causar problemas, en ocasiones bastante graves. En esos casos, se dice que el bebé padece una enfermedad por reflujo gastro-esofágico (coloquialmente, un reflujo). Aunque al devolver lo que ha ingerido siempre existe un retroceso o reflujo del alimento, se suele reservar ese nombre para cuando ocasiona trastornos.
 
Sus síntomas más frecuentes son:
  • Insuficiente aumento de peso. No siempre es fácil de valorar, pues también los niños con reflujo pueden ser delgados por naturaleza. En cualquier caso, el pediatra siempre vigilará de cerca la curva de desarrollo de un niño con reflujo importante.
  • Llanto. Al regurgitar, el ácido del estómago irrita la mucosa del esófago. Como pueden tener reflujo sin llegar a devolver, es importante vigilar a los bebés que están siempre inquietos y llorando.
  • Anemia. La irritación del esófago puede producir erosiones cuyo sangrado, escaso pero pertinaz, acaba por causar una anemia.
  • Tos, bronquitis y asma. En niños con bronquios sensibles, el reflujo pude causar crisis de asma por mecanismos reflejos. Además, algunos bebés pueden aspirar pequeñas cantidades de leche, a veces microscópicas, que causan la consiguiente sintomatología respiratoria: crisis de sofocamiento o tos.
El diagnóstico puede hacerse por medio de exámenes radiológicos con papilla de contraste, visualización directa por endoscopia o estudios manométricos. Aunque cada uno tiene sus ventajas e indicaciones, el método más preciso es la "ph-metría esofágica", en la que se introduce una sonda capaz de medir el ph o acidez en el esófago del niño para determinar así la frecuencia y duración de los episodios de reflujo que sufre.
 
El tratamiento incluye los siguientes puntos: 
  • Postura. Las recomendaciones han ido variando a lo largo del tiempo. Al principio se prefería que estuvieran sentados continuamente, confiando en el efecto de la gravedad, pero esto dio poco resultado y se pasó a mantenerles boca abajo con la cabeza más alta que los pies, sujetos con un arnés para impedir que resbalaran. Actualmente parece mejor acostarles sobre el lado izquierdo, aunque algunos especialistas combinan esta posición lateral con la inclinación del anterior método, levantando a la vez la cabecera de la cuna.
  • Alimentación. Además de evitar los gases, cuidando de que traguen poco aire y lo expulsen bien, se procura que las tomas sean lo más pequeñas y frecuentes que resulte posible. Si están con lactancia artificial, se deben usar leches especiales o espesar las normales con harinas de cereales, pues una mayor consistencia disminuirá su reflujo.
  • Fármacos. El pediatra puede recetar un "procinético", que estimula el vaciado del estómago, y medicamentos para bloquear la secreción de ácidos o neutralizarlos, protegiendo así la mucosa del esófago.
  • Cirugía. Excepcionalmente, solo cuando con tratamiento médico no se resuelven los problemas del bebé, es preciso recurrir a técnicas quirúrgicas para lograr un mecanismo valvular que se oponga al reflujo.
Fuente: http://www.consumer.es

domingo, 15 de abril de 2012

El control de los cólicos del lactante en el bebé: Consejos para aliviar los cólicos del bebé lactante

Aunque el llanto del bebé por los cólicos consiga poner nervioso a cualquiera, lo primero que debemos hacer los padres es buscar la tranquilidad en nuestro interior y procurar crear en casa un ambiente silencioso. Un bebé con cólico tiende a estar sensible a cualquier tipo estimulación. Si las personas a su alrededor están preocupadas, ansiosas o "de los nervios", los bebés pueden percibirlo y llorar aún más.
¿Cómo ayudar a un bebé con cólico del lactante?
Cada niño "funciona" de distinta manera. A algunos les reconforta estar envueltos en una mantita, sentirse calentitos; otros prefieren estar libres y con ropa ligera. Ayudar a un bebé con cólico es una cuestión de experimentación y observación. Es importante probar distintos recursos, observar su reacción, y a partir de ahí, adoptar o descartar la medida adoptada. Con suerte podrás identificar un desencadenante y así eliminarlo enseguida. Pero, si no es así, debes poner en marcha algunos consejos generales que pueden a tu bebé a distraerse y a calmarse durante la fase aguda del cólico.
Consejos para aliviar el cólico del lactante en el bebé
1.Contacto piel con piel. Acunar al bebé en los brazos es una de las medidas más efectivas. Las mochilas portabebés pueden ser de gran ayuda para los padres.
2. Movimiento. Mecer al bebé puede calmarle cuando esté llorando. Lo puedes mecer en los brazos, en la cuna o en una sillita tipo columpio (cuando ya controle la cabeza).
3. Música. El canto, las nanas o la música que escuchabas durante tu embarazo pueden servir de calmante para los bebés en pleno llanto. Incluso el ruido de una aspiradora puede funcionar a la hora de entretener al bebé.
4. Chupete. El uso del chupete también puede calmar el sufrimiento de tu bebé. El chupete supone un gran ansiolítico para los bebés y su nerviosismo se apacigua cuando sufren los cólicos.
5. Posición vertical. Para ayudar al movimiento de gases y disminuir la acidez. Es conveniente que lleves a tu bebé en posición vertical. Le ayudará a expulsar los gases que le están molestando.
6. Masajes. El masaje contra los cólicos que se realiza presionando con movimientos circulares, en el sentido de las agujas del reloj, tus manos en su abdomen puede aliviar sus molestias. El masaje en la espalda del bebé también es recomendable, así como colocar una toalla templada-caliente en el abdomen del bebé.
7. Paseos en el coche. Algunos niños parecen estar mejor cuando se les da una vuelta en automóvil o en su cochecito. Para estos bebés, se puede intentar usar un dispositivo desarrollado por un pediatra, que imita el movimiento y el sonido de un automóvil.
8. Infusiones. Consulte con tu pediatra sobre las infusiones de hierbas como la manzanilla con anís, la verbena y el regaliz.
9. Reparto de tareas. Es necesario que los padres compartan esta dificil tarea de reconfortar al bebé, para que los dos puedan tener momentos de descanso.
10. Asistencia médica. Busca asistencia médica si, a parte del llanto, tu bebé presente fiebre, vómitos, diarrea u otros síntomas.
11. Baño de agua tibia. Cuando el bebé empiece a llorar, prueba a calmarle con un baño de agua tibia.

 Fuente consultada:
- American Academy of Family Phisicians

           
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