martes, 15 de mayo de 2012

Los bebés y el sol: cuidados esenciales


El sol es beneficioso en situaciones muy concretas, pero la mayor parte del tiempo hay que resguardar al bebé a la sombra, incluso en los días nublados
  
Los efectos perjudiciales que tienen los rayos ultravioletas sobre la piel (envejecimiento cutáneo precoz y, en algunos casos, cáncer) han llevado a que se recomiende evitar la exposición al sol de los recién nacidos y bebés menores de cinco meses. Su piel es especialmente sensible.


Dicho esto, hay un matiz: que no se les deba "poner al sol" no significa que "no les pueda ni dar el sol un momento", o incluso más prolongadamente en los meses fríos. Eso sí, en verano es mejor no sacarles de paseo entre las 10 de la mañana y las 3 de la tarde.
Inicialmente se desaconseja el uso de protectores solares en bebés menores de seis meses, ya que existe el riesgo de que absorban componentes nocivos para su salud a través de la piel o al chuparse las manos. Sin embargo, se cree que pueden utilizarse sin peligro si se aplican solo en pequeñas cantidades para proteger la cara y los pies. Para ellos, el "factor de protección solar" (FPS) de los filtros debe ser, al menos, de 20.
 
Los filtros solares no deben sustituir al protector más sencillo y eficaz que hay. El bebé debe protegerse básicamente con la ropa, usando telas finas de algodón que les cubran brazos y piernas en los meses más calurosos y poniéndoles gorras con visera o sombreros de ala, porque el mejor protector solar es la sombra.
La única sombra que no protege es la de las nubes, pues los rayos ultravioletas las atraviesan. En un día nublado, la piel de un bebé puede quemarse en apenas 10 o 15 minutos.


¿Y qué pasa con la producción de vitaminas?
Los rayos solares hacen que la piel fabrique vitamina D. El tiempo que un niño necesita estar expuesto al sol para producir toda la que necesita es relativamente escaso (de 5 a 30 minutos diarios, según la ropa que lleve) y muchos lo alcanzan al ser sacados normalmente de paseo.
Sin embargo, bastantes pediatras prefieren recetar un suplemento de vitamina D a todos los niños alimentados al pecho. Las leches para bebés ya llevan toda la que requieren, pero la materna parece como si contara con la colaboración del sol y es algo deficitaria en esa vitamina. 



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