Cuando un niño cumple 2
años, la velocidad de crecimiento decrece de forma significativa. Ya no se
registra el rápido incremento propio de los primeros años. A partir de ese
momento, la estatura aumentará alrededor de 6.5 a 9cm cada año. En cuanto al
peso, éste se incrementará entre 1 y 2.75kg al año.
Sin embargo, aunque este
incremento en estatura y peso sea menos espectacular, entre los 2 y los 5 años
el cuerpo de un niño pasa por un progresivo cambio de proporciones. También
mejoran de forma constante la coordinación y las habilidades motoras. Este
crecimiento se ve estimulado por las hormonas de crecimiento segregadas por la
glándula pituitaria, aunque se cree que el entorno y la genética son factores
que influyen en el desarrollo.
UN CUERPO MÁS ESBELTO:
Cada año se producen cambios
más considerables en el cuerpo de un niño, ya que sus brazos y piernas crecen
proporcionalmente más que el resto de su cuerpo. Es como si durante los primeros
años la cabeza y el tronco se adelantaran en su crecimiento a las extremidades.
Después, a los 2 años, las extremidades comienzan a estirarse y se recuperan,
con lo que se consigue un mejor equilibrio entre cabeza y torso: a los 3 años,
la cabeza de un niño constituye aproximadamente una sexta parte de su estatura
corporal; a los 5 años, oscila alrededor de una séptima parte.
Al mismo tiempo, las curvas
redondeadas del bebé dan paso a una forma más angulosa. Los músculos magros
sustituyen a la grasa corporal, y la barriga prominente desaparece. La
estructura más erguida es cada vez más fuerte, en línea con un estilo de vida más
activo. Conforme el niño progresa de los 2 a los 5 años, se incrementa
proporcionalmente el tamaño de la parte inferior de la cara, al desarrollarse
los dientes y la mandíbula.
CONTROL DE ESFÍNTERES:
Prácticamente todos los
niños desarrollan la habilidad de mantenerse secos entre los 2 y los 5 años. A
los 5 años, la mayoría de niños han desarrollado el control total de su vejiga,
tanto de día como de noche. Durante el día, este problema suele controlarse
desde una edad temprana, entre los 2 y los 5 años. El control nocturno progresa
con mayor lentitud: a los 5 años, un 15% de los niños aún moja la cama de forma
ocasional. El control de la defecación suele alcanzarse a los 4 años y los
accidentes suelen ser muy raros después de esta edad.
EL NIÑO ACTIVO:
El niño en crecimiento
necesita expresarse a diario mediante el ejercicio físico, al que debe seguir
un largo periodo de descanso nocturno. Su dieta debe ser equilibrada y variada
para impulsar su actividad y continuar su crecimiento.
Uno de los peligros a los
que hoy se enfrenta el niño en edad preescolar es la carencia de suficientes
espacios abiertos y seguros que satisfagan su necesidad de actividad física
vigorosa. Con demasiada frecuencia el
niño urbano se ve obligado a reducir su impulso físico natural, lo que puede
resultar problemático. Se calcula que,
en los países desarrollados, un 14% de los niños en edad preescolar sufre
obesidad. Hace treinta años la cifra era del 15%. A ello contribuye la
prevalencia de la televisión como medio de entretenimiento. Esto no quiere
decir que deba prohibirse la tele a los niños, pero sí que no debería
interferir con su actividad física y que solo debe verse durante un periodo de
descanso.
Por fortuna, los niños son
sorprendentemente fuertes y pueden desprenderse con rapidez de unos cuantos
kilos de más y mejorar su condición física en un entorno adecuado. Para algunos,
esto únicamente ocurrirá cuando disfruten del deporte y de la clase de gimnasia
del cole.
RITMOS DE CRECIMIENTO
HABITUALES:
Aunque cada niño es
distinto, existen pesos y estaturas medias para niños entre los 2 y los 5 años.
Resulta interesante el hecho de que la estatura varíe menos que el peso. Esto
se debe a que el crecimiento óseo es más estable que la cantidad de grasa
corporal, que se acumula en función de los hábitos de alimentación y ejercicio
físico.
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