El año pasado me compre un libro que me encanta. Se titula "Baby" de Desmond Morris. En un gran libro en que encontraremos la fascinante historia de los dos primeros años vida del niño.
El momento del nacimiento le provoca una conmoción al bebé. La vida dentro del útero es muy acogedora, está en un ambiente cálido, oscuro, calmado, suave, liquido y es todo su mundo. De repente, después de un apretón muy intenso, todo ese entorno reconfortable desaparece. Su lugar lo ocupan una luz cegadora, ruido, superficies duras, la pérdida de contacto corporal y la extraña sensación de no estar rodeado de líquido sino de aire. Ahora entendemos que el bebé emita un llanto de pánico.
Nuevos entornos
Tradicionalmente el entorno donde nace un bebé es una clínica. En un tiempo record, el equipo médico corta el cordón umbilical y examina al bebé. Después lo pesan, lo lavan y lo envuelven con una sabana suave. Para la mayoría de los bebés que nacen sanos y en buena forma, este proceso podría hacerse con más calma, lo cual atenuaría la conmoción del nacimiento.
Hacerlo con tranquilidad
Algunos estudios practicados a bebés recién nacidos indican que el trauma es menor, si en el momento de nacer, están rodeados de paz y tanquilidad, con una iluminación suave.
El permitirle al recién nacido estar en contacto directo con el cuerpo de su madre, en lugar de dejar que lo examinen manos ajenas, también reduce su sensación de pánico. Además el contacto directo con la madre permite al bebé mantener una buena temperatura que el cuerpo de la madre lo regula. No es casualidad que el cordón umbilical tenga la longitud perfecta, unos cincuenta centímetros para poder hacer esto mientras el bebé está aún ligado a la placenta. Todo esto ayudaría al bebé a acostumbrarse de forma gradual al mundo al que llega.
Durante los primeros días el bebé deberá separarse lo menos posible de los brazos de su madre.